Lo primero que sorprende cuando uno escucha noticias provenientes de Centro América relacionadas con los huracanes, es el poder destructivo que puede alcanzar un fenómeno natural. La zona del Caribe está caracterizada como un centro de baja presión atmosférica, es decir, una región apta para la formación de vientos huracanados sobre las cálidas aguas tropicales. El segundo hecho sorprendente es que los huracanes, de género masculino, siempre son bautizados con nombres femeninos, acaso en el inconsciente deseo de que se conviertan en tormentas. Así, se recuerda a Katrina, el más violento huracán que devastó la región el 23 de agosto de 2005, con vientos de 280 km/h un saldo de 1.826 víctimas fatales y daños materiales por 108 mil millones de dólares. Ahora la cosa es peor: Katrina cede su honor destructor a Irma, el huracán que azota el caribe con vientos de 300 km/h y grado 5, el máximo alcanzado en la historia de los huracanes.
Los expertos se preguntan, ¿por qué Irma se puso tan violento y cobró una fuerza tan devastadora? Los especialistas ensayan algunas respuestas relacionadas con el cambio climático en el planeta. “El aumento de la temperatura de la superficie del mar, el tipo de viento o la humedad son algunos de los factores que explican la ferocidad con la que avanza el huracán Irma, que, con viento de hasta 300 kilómetros por hora, se convirtió en el más fuerte registrado al norte del Caribe y al este del estado de Florida”, señalan los informes geofísicos.
Si bien es cierto, “una de las explicaciones está relacionada con el aumento de la temperatura de la superficie del mar, que genera más humedad y, en consecuencia, hace que las tormentas sean más fuertes e intensas”. No obstante, el Atlántico tropical ha llegado a estar más caliente otros años, “pero ciertamente hace bastante calor allí ahora mismo”, señaló el experto en tormentas tropicales de la Universidad Estatal de Colorado (EE.UU.) Phil Klotzbach. En esta ocasión la temperatura del agua marina alcanza un nivel de un grado y medio más de lo habitual, generando las condiciones óptimas para la formación de huracanes tropicales.
Los científicos atribuyen la responsabilidad de la violencia de Irma al cambio climático, pero Klotzbach señaló que “es demasiado pronto” para concluir que el cambio climático esté vinculado con el incremento térmico del agua. Sin embargo, no son pocos los especialistas que se mantienen en la hipótesis que vincula de manera directa estos factores con la virulencia de Irma. Las observaciones regionales y el monitoreo histórico confirman que los huracanes obtienen su energía destructiva del calor del océano y sus elevadas temperaturas. Esto se relaciona directamente con el cambio climático, afirman los expertos, lo cual hace pensar en el incremento del riesgo de catástrofes provocadas por huracanes asociados con el descuido ambiental del planeta. Es de esperar que la lección que da Irma haga entender al gobierno de los EE. UU la necesidad de adoptar todas las medidas para evitar el cambio climático, factor claramente relacionado con los desastres que sufre uno de sus estados -La Florida- en esta época de año.
Otro factor explicativo de la fuerza de Irma y su temperamento destructivo, es la cizalladura vertical baja y el cambio en la dirección del viento. Se trata de “la diferencia en la velocidad y dirección del viento a baja altitud respecto de la altura”. Sumados a este fenómeno, están los altos niveles de humedad registrados, desde la superficie hasta el nivel medio de la atmosfera, que favorecen la formación de tormentas eléctricas que son la fuerza motriz de los huracanes. En el caso de Irma, también influye -según los expertos- la localización geográfica del fenómeno: Irma se formó en las cercanías de las islas africanas de Cabo Verde, por lo que pudo sobrecargarse a medida que cruzó el océano Atlántico, explicó el meteorólogo Neal Dorst.
El saldo de la violencia e Irma es sobrecogedor: destruyó 90% de las instalaciones de la isla de Barbuda, por lo que sus autoridades afirmaron que ya “no es apta para la vida”. En Puerto Rico unas 600.000 personas se quedaron sin electricidad y 50.000, sin agua. También arrasó la isla de San Martín, donde causó destrozos en el famoso aeropuerto ubicado a escasos metros de una playa. En República Dominicana, turistas de Punta Cana advirtieron sobre la caída de palmeras y un intenso oleaje durante toda la noche. En su paso por el Caribe, el huracán ha dejado un saldo provisional de 10 víctimas mortales. Verdaderamente, es sorprendente la fuerza de la naturaleza y, más aun, tratándose de Irma, una “dama” tan violenta.